« La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden » (Juan 14:27).
¿Cómo da la paz el mundo? Típicamente es una negociación. Es asunto de conveniencia para todas las partes. Pero no todas las partes lo miran como algo conveniente, así que siempre queda una semilla de descontento que germina y crece. Así, con el paso del tiempo aparece un nuevo brote de resentimiento, rencor y odio que puede llegar hasta las armas, so pretexto de imponer la paz. En medio de la lucha se pide auxilio del Consejo de Seguridad de la ONU y se negocia otro tratado de paz.
Una vez, dos de mis hijos hicieron un tratado de paz. Habían estado discutiendo pero pronto el altercado se volvió cada vez más áspero. Yo los estaba oyendo, esperando que alguno de los entrara en razón y pararan de rivalizar. Pero ninguno de los dos cedía. Entonces uno de ellos dijo una palabra muy ofensiva. Por lo tanto, le dije que ofreciera sus disculpas y que pidiera perdón. No quería, pero finalmente lo hizo. Entonces la otra parte ofreció su tratado de paz: « Está bien --le dijo-- te perdono, pero no me vuelvas a dirigir la palabra ». Menos mal que ese armisticio pronto fue sustituido por una verdadera reconciliación.
En el escenario de las organizaciones e instituciones también se presentan situaciones en las que es necesario invitar a las partes en conflicto a buscar mecanismos por los cuales se establezca la paz. Finalmente, una de las partes está dispuesta a ceder un poquito más que la otra y se llega a un acuerdo. Pero cuando eso es así, se trata de una paz temporal, porque el descontento es una planta que inevitablemente crecerá hasta convertirse en una propuesta de pleito.
Una vez la ONU lanzó una convocatoria para que la gente expresara las formas en que el mundo podría lograr una paz duradera. Llegaron miles de recomendaciones y propuestas. Una niña envió una frase sencilla: « Pruébese a Jesús ».
Hoy puedes salir a cumplir tus deberes con la paz que Cristo ofrece generosamente: « Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo.
« Un cristiano cabal funda sus motivos de acción en el amor profundo que tiene por el Maestro. De las raíces de su amor a Cristo brota un interés abnegado por sus hermanos ».
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