« Pero les digo la verdad: Les conviene que me vaya porque, si no lo hago, el Consolador no vendrá a ustedes; en cambio si me voy, se lo enviaré a ustedes » (Juan 16:7).
En el escenario de la despedida, Jesús presentó a su representante para el desarrollo de la naciente iglesia: el Espíritu Santo. Ya había dicho que el Espíritu Santo estaría con sus seguidores para siempre y que moraría con ellos y en ellos (Juan 14:16-17). También que el Espíritu Santo sería el Maestro de la Iglesia para mantener en la mente de sus seguidores sus enseñanzas (Juan 14:26).
Según las palabras del texto de hoy, el Espíritu Santo vendría a la tierra para cumplir la obra que seguía. Jesús dijo que era mejor gozar del ministerio del Espíritu Santo en la Iglesia que de su misma persona. Esto te puede dar una idea de cómo Dios trabaja siguiendo un plan, y que, en armonía con su propósito, cada tarea tiene su momento y su tiempo.
¿Cuáles tareas seguían? Una tarea que se realizaría en el interior de las personas para la cual, Jesús mismo, al tomar la humanidad, había quedado impedido. Pocas veces pensamos en las implicaciones que tuvo para Jesús tomar nuestra naturaleza. Una de esas implicaciones fue quedar vinculado para siempre con el cuerpo humano que recibió cuando tomó la forma humana. Así quedó ligado a nosotros por la eternidad.
Por eso la importancia del Espíritu Santo, porque así, Dios mismo podía morar en el mecanismo de nuestras neuronas para despertar nuestras conciencias y conducir a la formación de buenos hábitos. Si el Espíritu moraba en los seguidores de Jesús podía formar una conciencia colectiva en cuanto a sus enseñanzas.
Por eso encontramos al Espíritu Santo muy activo en la naciente iglesia. Como líder, capacitaba a los seguidores de Cristo, les daba autoridad, indicaba a quién elegir y en qué lugar iniciar y continuar la evangelización. Obraba en las mentes de miles de personas que eran convencidas de pecado y se arrepentían. Así, se añadían cada día a la Iglesia nuevos creyentes y la obra de Cristo se multiplicaba.
Hoy también, tú puedes ir a cumplir tus deberes bajo el liderazgo del Espíritu Santo, para que Cristo sea glorificado en ti vida.
« Cuando el Espíritu Santo se posesiona del corazón, transforma tú vida ».
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