¿Te gusta alguien que tiene novi@?
Es muy común que l@s chav@s se ilusionen rápidamente al conocer a alguien que les atrae mucho, o que pasen meses enamorad@s sin poder declararle ese amor. Pero qué pasa por tu mente cuando te enterás que él o ella tiene novi@. ¿Vale la pena luchar?
El deseo de luchar por una “persona idealizada” puede provocar una serie de emociones intensas y negativas, que afectarán el amor propio de un individuo.
Fijarse en alguien que ya tiene novi@ es una situación dolorosa desde el principio. No sólo por la desilusión de saber que no está disponible, sino porque desde el inicio pueden nacer actitudes negativas como celos, envidias, competencias e infidelidades.
Solo ilusión
Precisamente porque estás en una edad llena de ilusiones, sueños y fantasías, es muy fácil que confundás un enamoramiento, esa alegría y emoción de encontrar a un/a chav@ especial, con el verdadero amor. Sin embargo, esta idea de un “sentimiento imposible” puede provocarte muchas ansias ya que querrás disponer todas tus energías y empeño en conquistarl@, hasta el punto de llegar a obsesionarte.
Desgaste emocional
Cuando se está interesad@ por alguien es fácil confundir los mensajes y creer equivocadamente que también te corresponde, con pequeños detalles que no son “señales de amor”, por ejemplo: viste cómo me ve, tan especial que se porta conmigo, nunca me ha dicho que no, pero esto puede ser frustrante y afectar la autoestima del enamorado.
Evitá llenar tu cabeza con pensamientos sobre lo que “hubiera sido”, o peor aún, no forjés falsas esperanzas por un simple gesto amable que tenga con vos.
¿Vale la pena luchar?
Lo más recomendable es no vincularse con alguien que no siente lo mismo por vos.
Lo mejor será alejarse y apartar de tus pensamientos la tentación. Además, ¿por qué cerrarse a otras posibilidades? Existen muchísimas parejas potenciales, como para que interfirás en una relación ya existente. Quien “roba” una pareja, después teme que alguien más le haga lo mismo y, surgen los celos y la desconfianza.
(Fuentes: psicólogos Guido Aguilar, Glenda Beteta y Rosemary Roesch.)
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