Así dice el señor: « ¡Maldito el hombre que confía en el hombre! ¡Maldito el que se apoya en su propia fuerza y aparta su corazón del Señor! » (Daniel 17:5).
¿Por qué habríamos de ser malditos al apartar nuestro corazón de Dios? Es que cuando nos apartamos de Dios quedamos bajo el liderazgo del enemigo de Dios, de donde proceden todas las maldiciones que sufre la raza humana. De ahí la decisiva importancia de preguntarnos cada día: ¿Dónde he puesto yo mi confianza?
Hay quienes no salen de su casa hasta haber consultado las recomendaciones del horóscopo. Esta costumbre ha llegado a extenderse tanto, que hoy se incluye en la mayoría de los noticieros como si fuera un hecho del cual todos deberíamos estar enterados. La industria de la adivinación se ha vuelto un negocio tan lucrativo que actualmente se puede solicitar la predicción del día mediante una llamada desde el celular.
¿Por qué no salir a la calle con las recomendaciones de Dios para la toma de nuestras decisiones y para el mantenimiento de nuestras relaciones mutuas? ¿Por qué no salir al trabajo o a la escuela con las encomiendas de Dios para la realización de nuestras tareas?
Abril Aké Can, que justamente celebra hoy su cumpleaños, recuerda cómo su vida se deslizaba junto con la de sus amigos. Recapacitó a tiempo y decidió que mantendría su confianza en Dios. Pero experimentó soledad cuando sus amigos se alejaron, sin embargo, Abril recuerda que Dios la ayudó y le aseguró su compañía.
Cada día nos enfrentamos a muchas decisiones. Analizadas hasta la última instancia llegamos al punto crucial: ¿En dónde ponemos nuestra confianza? ¿En quién has puesto tu confianza? ¿En las palabras de quien? ¿En las promesas de quien? La decisión que tomes, no mires hacia donde el enemigo de Dios desarrolla estrategias para quitarte los privilegios de ser bienaventurado.
« El hombre se inclina naturalmente a seguir las sugestiones de Satanás y por sí mismo no puede resistir con éxito a un enemigo tan terrible »
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