viernes, 21 de mayo de 2010

El velador eterno

A las montañas levanto mis ojos; ¿ De dónde ha de venir mi ayuda ? (Salmos 121:1)

Rebeca, una de las que escogieron este texto. Refiere la frustración que sintió por haberse titulado al término de su carrera. En esos momentos tan difíciles, con la ayuda de su abuelita, recordó este texto, mediante el cual pidió a Dios su dirección. «Sé que Dios siempre ha estado conmigo y con mi familia», dice.

Nuestro texto leda la razón. Es un canto a la permanente compañía de Dios. Si lees todo el Salmo encontrarás que el Señor.

· Es el omnipotente, «Creador del cielo y de la tierra» (vers.2).

· «jamás duerme el que te cuida» (vers. 3).

· «es tu guardador» (vers. 5, RV95).

· «es tu sombra protectora» (vers. 5).

· «de todo mal protegerá tu vida» (vers. 7).

· «te cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre» (vers. 8).

Cuando escribo estas palabras recuerdo que esta mañana estuve en la hermosa tierra levantina española, para visitar a nuestra querida hermana, la señora María Pallas, que junto con su esposo, el profesor Antonio Cremades, tuvieron que regresar a España por problemas de salud.

María no puede ocultar dos cosas: Los estragos de la enfermedad, esa guerra que se desarrolla e su cuerpo con la rebelión de una parte de las células. Las células saludables están luchando, y aunque ganan algunas batallas, da la impresión de que van perdiendo la guerra. La segunda cosa que la señora Cremades no puede ocultar es la paz que se refleja en su rostro; se la ve iluminada, segura de su destino.

« La oración no tiene por objeto obrar un cambio en Dios; nos pone a nosotros en armonía con Dios »

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