En mi corazón atesoro tus dichos par no pecar contra ti (Salmos 119:11).
Poco después de la visita del ángel, María se dio cuenta de que tendría que atesoraren el cofre de su corazón algunos recuerdos que Dios le regalaba como precioso testimonio de su cuidado, y que recordándolos le proporcionaría confianza y seguridad en tiempos de duda y conflicto. Los primeros tesoros del corazón de María, tal como los registra Lucas en los dos primeros capítulos de su Evangelio son:
· La visita del ángel para decirle que será la madre del Hijo de Dios.
· El recibimiento de su prima Elizabeth, que la reconoció como madre del Mesías.
· El viaje a Belén en avanzado estado de gestación, para el censo, a fin de que se cumpliera la promesa del nacimiento del Mesías en la ciudad de David.
· La visita de los pastores que habían visto el anuncio de los ángeles en la oscuridad de la noche.
· La visita de los sabios de oriente y sus costosos regalos que costearon los gastos de la huida a Egipto.
· Las profecías de Simeón y Ana en la entrada del Templo, cuando llevaron a Jesús para presentarlo como primogénito.
· La protección divina de la ira de Herodes.
· El cuidado divino en su exilio en tierras extranjeras.
· El desempeño excepcional de Jesús, a los doce años de edad, en el templo de Jerusalén ante los eruditos conocedores de la ley.
Estos tesoros, en los que María meditaba, fortalecieron su espíritu para afrontar los años conflictivos de la adolescencia y la juventud de Jesús, en los momentos cruciales cuando él recibía las presiones de sus hermanos y de los rabinos, con el propósito de que se comportara como los demás jóvenes de su pueblo. Así fue sostenida durante el ministerio de Jesús, así puedo afrontar con confianza la crucifixión de su hijo.
« Los ángeles están junto al que escudriña las Escrituras para impresionar e iluminar la mente »
Bendiciones…
No hay comentarios:
Publicar un comentario