La Misión Técnica de Taiwán (MITAC), impulsan la producción de abono orgánico para conservar la fertilidad del suelo, mejorar la producción agrícola y reducir la contaminación ambiental generada por desechos agrícolas.
El proyecto tiene el propósito de generar, validar y transferir tecnología para producir, elaborar, utilizar y manejar el fertilizante orgánico en pequeñas y medianas unidades de producción agrícola, según María de los Ángeles Mérida, de la unidad de abonos orgánicos del Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (Icta).
Mérida señala que las diversas actividades agrícolas y ganaderas generan abundante materia que puede utilizarse en la producción de abonos orgánicos, que al incorporarlos al suelo, permiten recuperar y conservar las características físicas, químicas y biológicas de este valioso recurso natural.
La tecnología que se genera en el Centro de Innovación del Altiplano, Chimaltenango, el cual fue inaugurado este martes, es una alternativa para los agricultores, con lo que el Icta pretende que mejoren el rendimiento de sus cosechas y condiciones de vida al obtener ingresos con la venta del producto.
“De esta manera contribuimos con el aprovechamiento de los recursos locales y con la reducción de la contaminación ambiental, de ahí la importancia de la apertura de la unidad de abonos orgánicos en el Centro de Innovación del Altiplano, Chimaltenango”, señala Mérida.
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