lunes, 25 de abril de 2011

ICTA ha producido 120 variedades de semillas


El trabajo del Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícola (ICTA) es casi imperceptible, pero en sus 38 años ha creado al menos 120 nuevas variedades de semillas de granos básicos, cereales, hortalizas, tubérculos y frutos, aunque la faena no se ha podido capitalizar con una masificación de los resultados.

 

Elías Raymundo, gerente del ICTA, explicó que desde 1973 se ha investigado y aportado al país 120 nuevas variedades de semillas, en su mayoría de granos básicos como 24 de maíz y 18 de frijol.
También se incluyen aportes para el cultivo de papa, yuca, camote, trigo, haba, ajonjolí, arroz, sorgo, chile, coliflor melón, pastos, uva y otros.
La investigación lleva varios años, pero el tiempo de desarrollo de la semilla depende de la zona climática, dijo Raymundo.
En zonas cálidas, para el maíz hay ciclos agrícolas de cuatro meses por lo que las investigaciones son más cortas y llevan unos dos años. En otras áreas el ciclo agrícola puede llegar a 13 meses, mientras que las investigaciones se alargan hasta cuatro años.
En la actualidad, el ICTA posee un presupuesto de Q32 millones para el 2011, Q12 millones más que en el 2010, indicó Raymundo.
Agregó que entre los resultados de las investigaciones está el ICTA Maya QPM, que es una semilla alta en contenido de nutrientes como la proteína —que se liberó en el 2010— y de la cual se han producido 13 mil quintales. Agregó que el Ministerio de Agricultura les solicitó cuatro mil quintales de esa semilla para entregar a pequeños productores en el país.


Pocos resultados palpables

Pero el sector agrícola del país no está del todo contento, ya que a pesar de los cientos de investigaciones del ICTA cada gobierno debilita sus funciones y su presupuesto.
Según Helmer Velásquez, director de la Coordinación de ONG y Cooperativas (Congcoop), la institución no ha logrado masificar la producción, distribución y uso de las semillas en busca de mejorar el rendimiento y los nutrientes de los granos y productos agrícolas en pequeños y medianos productores del país.
Recientemente Ricardo Bressani, jefe del centro de estudios en ciencia y tecnología de alimentos de la Universidad del Valle, calificó como una “vergüenza” para el país la casi nula investigación agrícola para aprovechar más la semilla de maíz.
Destacó que aunque se obtienen resultados positivos en las investigaciones no se ha logrado masificar su uso.
Roberto Hoff, agregado comercial Consejero Agrícola de la Embajada de Estados Unidos, comentó que al ICTA se debe reforzar, ya que el rendimiento de producción de maíz en Guatemala es bajo.
Otro problema es la falta de registro y patentes de las semillas producidas por el ICTA, ya que igual son usadas por grandes empresas, que las venden a precios altos, indicó Velásquez.
Raymundo aclara que no es función del ICTA patentar las semillas que produce. Además dijo que no importa el tamaño de la producción, pues a todos se les vende a igual precio, es decir, a Q750 por quintal. En el mercado se cotiza a Q1 mil por quintal.
“Hay un convenio con un organismo internacional que establece que los recursos genéticos son patrimonio de la humanidad y que pueden usarse e intercambiarse con fines de nutrición y resolver problemas que afectan al grueso número de agricultores y que impiden el desarrollo agrícola”, aseguró Raymundo.

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