lunes, 21 de marzo de 2011

Reflexión


¡Siempre, Por siempre, pase lo que pase ¡

No hay amistad ni amor como el de una madre por su hijo. 
Henry Ward Beecher

Nuestra hija Ariana paso de ser un bebe a ser una niñita, y como todas, solía golpearse y rasparse las rodillas cuando jugaba.     En estas ocasiones, extendía mis brazos y le decía “Ven a verme”.      Cuando trepaba en mi regazo, la mimaba y le preguntaba “¿Eres mi niñita?” En medio de sus lagrimas, asentía.     “¿Mi linda niñita Ariana?” Asentía esta vez con una sonrisa.     Por ultimo, le decía: “¡Y te amo siempre, por siempre, pase lo que pase!” Con una risita y un abrazo partía preparada para su próximo reto.

Ariana ahora tiene cuatro años y medio.     Hemos continuado jugando a “Ven a verme” cuando se raspa las rodillas o hieren sus sentimientos, para los “buenos días” y las “buenas noches”.

Hace unas pocas semanas tuve “uno de aquellos días”.      Estaba fatigada, de mal humor y agotada de cuidar una niña de cuatro años y dos muchachos adolescentes y un negocio en casa.      Cada llamada telefónica o llamada a la puerta significaba trabajo para un día entero, que debía ser despachado ¡de inmediato! En la tarde ya no pude soportarlo y me marche a mi habitación para llorar a mis anchas.

Ariana pronto se me acerco y me dijo: “Ven a verme”.     Se acostó a mi lado, coloco sus suaves manitas en mis mejillas húmedas y pregunto, “¿Eres mi mamita?” entre lagrimas, asentí.     “¿Mi linda mamita?” Asentí, y sonreí.     “¡Y te amo siempre, por siempre, pase lo que pase!” Con una risita y un fuerte abrazo, partí preparada a afrontar mi próximo reto.
(Fuente: Jeanette Lisefski. Sopa de Pollo para El Alma de la Madre)


He aquí, Dios es el que me ayuda; El Señor está con los que sostienen mi vida. —Salmos 54:4


Enviado por: Jessica Samayoa iglesia Santo Domingo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh que grandiosa esta esta reflexión.

MilOchoMil dijo...

Me parece muy bonito y tierno el relato, y la sita biblica igual de bonita.