
Comparte nuestros sufrimientos, como buen soldado de Cristo Jesús. Ningún soldado que quiera agradar a su superior se enreda en cuestiones civiles (2 Timoteo 2:3,4).
Hoy se celebra en México el heroísmo de un grupo de jóvenes durante la defensa del Castillo de Chapultepec, en la Ciudad de México, frente al ejército de los Estados Unidos en 1847. Todo había comenzado años antes, en 1836, cuando el entonces presidente mexicano, el general Antonio López de Santa Anna marchó en persona hasta San Antonio, Texas, para poner fin a algunas escaramuzas que se habían presentado. Después de dividir su ejército, el militar mexicano fue capturado por las fuerzas de Sam Houston. Allí, el 14 de mayo del mismo año, fue obligado a firmar el Tratado de Velasco, donde aceptaba la independencia de Texas. Sin embargo, el Congreso mexicano nunca reconoció dichos acuerdos. De modo que cuando Texas se anexó a los Estados Unidos fue inevitable la guerra entre ambas naciones.
Después de varios meses de conflicto, el 20 de agosto de 1847, el ejército estadounidense se hallaba a las afueras de la Ciudad de México. Ese día se libró la Batalla de Padierna. Entonces el ejército mexicano se replegó hasta el convento de Santa María de Churubusco, y allí contó con la ayuda del batallón de San Patricio, formado por soldados estadounidenses que se habían pasado al bando mexicano para « defender la religión católica ». Sin embargo, la batalla se perdió.
El Castillo de Chapultepec, que en ese entonces era el Colegio Militar, constituía el último bastión del ejército mexicano. Para el 136 de septiembre quedaban pocos soldados, armas y municiones. ¿Sabes quien levantó la mano para defender su país? ¡Un grupo de jóvenes! Los cadetes del ejército dieron su vida aquella mañana de septiembre de 1847. Hasta el día de hoy son honrados por su gesta heroica.
Tú eres un cadete del ejército celestial. No lo olvides nunca.
« Con semejante ejército de obreros como el que nuestros jóvenes, bien preparados, podrían proveer, ¡cuán pronto se proclamaría al mundo el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir! »
No hay comentarios:
Publicar un comentario