viernes, 2 de julio de 2010

el don del Espíritu Santo

« Arrepiéntanse y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados --les contestó Pedro--, y recibirán el don del Espíritu Santo (Hechos 2:3).

Creo que es oportuno reflexionar acerca de la seriedad de nuestro compromiso espiritual. Podríamos estar corriendo riesgo de tomar el bautismo como un acto que nos vincula a una organización o a un círculo de amistad cristiana, o a un selecto club social. Ni lo primero, ni lo segundo, ¡ni lo tercero!

El escenario de aquella multitudinaria conversión en el Pentecostés apostólico, cuando en un solo día y en un solo lugar se bautizaron como tres mil personas, está registrado en los versículos 43-47 del capítulo 2 del libro Hechos de los Apóstoles.

a) La naciente iglesia era muy respetada y era el objeto de numerosos hechos maravillosos y milagrosos (vers. 43).

b) La hermandad se mantenía firmemente un dia, estimulada por un espíritu de generosidad cuya característica principal era la solidaridad (vers. 44).

c) Todo lo que los creyentes tenían lo invertían en la misión que abrazaron (vers. 45).

d) El centro de su vida cotidiana estaba en el templo y, además se reunían en las casas particulares en grupos pequeños (vers.46).

e) La Iglesia tenía un servicio de « relaciones públicas » que la hacía brillar ante toda la comunidad, experimentando un crecimiento continuo (vers. 47).

Formamos parte de una Iglesia, un movimiento con una gran misión y cuyo verdadero líder es el Espíritu Santo.

« Se produce una muerte al Yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo »

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