martes, 15 de junio de 2010

Una gran oferta

« Pero este es el pan que baja del cielo; el que come de él, no muere » (Juan 6:50).

¡Qué pan! ¿Dónde lo venden? Me hubiera gustado comprar una barra de ese pan para mi padre y, entonces, todavía estaría vivo y yo podría seguir recibiendo sus inspiradoras instrucciones y valiosos consejos. ¿Quién produce ese pan? Porque quisiera anunciar a todo el mundo que, por fin, hemos encontrado la fuente de la eterna juventud.

¿A qué se refería Jesús? Estas palabras forman parte del « Sermón del Pan de vida », que fue presentado en la sinagoga de Capernaúm (Juan 6:24,59) para calmar el alboroto que causó el milagro de la multiplicación de panes y peces. Finalmente, parece que el sermón, en lugar de entusiasmar a la gente la desanimó.

El informe dice que « desde entonces muchos de sus discípulos le volvieron la espalda y ya no andaban con él » (vers.66). En lugar de los rostros curiosos, expectantes e interesados de la gente, Jesús comenzó a ver sus espaldas; se marcharon desilusionados. Jesús había penetrado en sus motivaciones. Los diagnosticó diciendo: « Me buscan, no porque han visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse » (vers. 26).

En su discurso, Jesús hizo doce ofrecimientos de vida eterna. En su momento, Pedro, en representación de sus compañeros, respondió al llamado al decir: «Señor […], ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna » (vers. 68). Está claro que Jesús estaba hablando del destino eterno de los seres humanos. El destino que va más allá de la muerte. Lo confirma el hecho de que en el discurso, Jesús prometió la resurrección « el día final » (vers. 39, 40, 44,54), hasta en cuatro ocasiones.

Pero Jesús no solamente habló del destino final, sino de nuestra búsqueda diaria de satisfactores intelectuales y espirituales: « el que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed » (vers. 35). Jesús es, de acuerdo a sus propias palabras, « el pan de vida » (vers. 48). Nos invita a tener una relación íntima con él, de tal manera que nuestra vida cotidiana se ilumine y se garantice nuestro destino final.

« La religión […] significa un corazón despojado del yo y bendecido con la presencia permanente de Cristo »

No hay comentarios: