miércoles, 2 de junio de 2010

Las oraciones de los padres

Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: « No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada (Lucas 8:50)

¡Cuánto desearíamos los padres escuchar estas palabras con respecto a cada uno de nuestros hijos! Jairo apareció en el escenario desde que Jesús arribó a la orilla del Mar de Galilea, procedente de Gadara. Aquel dirigente de la sinagoga estaba entre la multitud que salió a recibirle. Quería presentarle una gran necesidad: su hija única, una niña de doce años, estaba gravemente enferma (vers. 42).

Desde la orilla del mar comenzaron a caminar. Te podrás imaginar la lentitud de esta caminata, con la multitud cerrando el paso a la comitiva y, además, mucha gente acercándose con diversas necesidades y con sus enfermos.

Luego vino el incidente que ya conoces, de la mujer que tocó apenas el borde del manto y ¡todavía Jesús detiene la caminata para conversar con la mujer! « ¡Por qué no se apura! », puedo escuchar a Jairo. Parecía que a Jesús no le importaba.

Jairo es el prototipo de muchos padres que presentan continuamente a sus hijos en oración delante de Cristo; a veces, con una gran desesperación. Incluso hay momentos, como el de Jairo, cuando uno como padre pierde toda esperanza.

« ¿Por qué veníamos despacio? », de debe haber preguntado Jairo cuando se acercaron para decirle que ha dejara de pedir, que su hija había muerto (vers.49). Es en ese momento que Jesús pronunció las palabras del texto de hoy. Se trata de una promesa que debes recordar porque todos los padres confiamos en ella. Hemos puesto todas nuestras ilusiones en ustedes, nuestros hijos. Queremos verlos comprometidos con una misión en su desempeño personal, espiritual y laboral.

« Los hijos […] deben darse cuenta de que sus padres han sufrido mucha ansiedad por ellos »

No hay comentarios: