Una mirada radiante alegra el corazón, y las buenas noticias renuevan las fuerzas (proverbios 15:30).
Es evidente que hay una estrecha relación entre la salud mental y el cuerpo. Entonces, me gustaría hacerte las siguientes preguntas: ¿Hacia dónde diriges tu mirada? ¿Qué es lo que estas escuchando? Gracias a Dios que nos dio la capacidad de seleccionar lo que vemos y escuchamos. Hay tantas voces para escuchar.
Una vez mi hijo más pequeño, Óscar, me dijo que le habían dicho que alguien había dado un mal informe sobre él y que quería ir hacia esa persona y reclamarle por sus palabras. Esta es una situación muy común entre nosotros. Ir en busca de quienes, según nos han dicho nuestros supuestos amigos, han hablado mal de nosotros. Así se forman verdaderos enredos en nuestras relaciones personales. Perdemos tiempo y, finalmente, también perdemos nuestras amistades.
Le dije a mi hijo que era muy importante que aprendiera una lección que le sirviera para toda la vida, luego agregue:
- No salgas al encuentro de lo que dicen de ti. Mientras no te lo diga alguien cara a cara no te preocupes—
Así que tú decides escuchar las malas noticias, o como dice el texto de hoy, las « buenas noticias ». Ambas tendrán un impacto en tu salud. Por otro lado, ¿has pensado en lo que puede significar para tu estado de salud escuchar malas noticias en la televisión o la radio? ¿No deberíamos ser más selectivos, incluso para escuchar las noticias?
Luego, está tu capacidad selectiva con respecto a las escenas que puede capturar tu vista. Estamos hablando de las imágenes que salen en las noticias, de las escenas violentas e inmorales que aparecen en las películas y del material que se encuentra en internet.
Las personas que se encargan de captar la mente con imágenes, gastan millones de dólares para mantenerte cautivo. Tú, solamente tienes que ejercer tu derecho a tomar la decisión de no permitir que ese material se introduzca en tus pensamientos. Es un derecho que Cristo compró con su vida.
« Los que no quieren ser víctimas de los ardides de Satanás deben custodiar cuidadosamente las avenidas del alma »
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