Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó. « Levántense –Les dijo--. No tengan miedo » (Mateo 17:7).
Estas palabras hicieron regresar a los discípulos a la realidad. El versículo siguiente dice que cuando alzaron la vista de nuevo, « no vieron a nadie más que a Jesús » (vers. 8) ¿Has pensado por qué fueron invitados los discípulos ese día? Primero, el rostro de Jesús, resplandeciente « como el sol ». Luego llegan al escenario Moisés y Elías. Entonces la luz los envuelve a ellos también. Finalmente, dentro de esa nube de luz, escuchan la voz de Dios.
¡Qué espectáculo! ¿Cuánto pagarías por asistir a una presentación de esta relevancia? ¿Cuántos teatros no estarían peleando por ganar la sede de este evento? Y aquí tenemos a Pedro, Santiago y Juan, tres sencillos pescadores sentados en primera fila presenciando, ellos solos, una conversación celestial. ¿Cuántas veces habrán conversado Moisés, Elías y Jesús en el cielo antes de que Jesús se hiciera humano? ¿Cuántas revelaciones acerca de la conducta humana habrán compartido antes que pusiera en marcha el plan de salvación?
Ahora conversan en la tierra, en el escenario del enemigo, rodeados de una luz celestial. ¿Estás familiarizado con la conversación que hacen en « la lomita » de lanzamiento el pitcher, el cátcher, y varios jugadores, con el manager que sale en medio del problema más agudo del juego de béisbol?
Sí, Moisés, Elías y Cristo en una conversación cumbre. Se trata del lugar para Pedro, Santiago y Juan, sentados, no en primera fila en un monte alto, sino en las mansiones celestes. Se trataba de tu lugar, del mío, ¡de todos! Era un momento clave en la historia de nuestra salvación.
Las preparaciones de la « última jugada » que sellaría la victoria para siempre. Para asegurar nuestro puesto con Cristo, a su lado en las mansiones que él mismo está preparando. Entonces tendremos un lugar de honor, al frente, en el mar de cristal, cantando nuestras alabanzas solamente a Jesús.
« Tenemos la compañía de la presencia divina, y al darnos cuenta de su presencia, nuestros pensamientos son traídos en cautiverio a Cristo Jesús »
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