¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas (Santiago 5:13).
¿Has leído alguna vez uno de los libros de la colección Sopa de Pollo para el alma? Vamos a titular ahora un libro: ¿Afligido? Ore. ¿Alegre? Cante Alabanzas. Entonces podríamos llenar el libro con historias como la de Max Vélez, quien celebra hoy un año más de la vida que el cielo le ha concedido.
Max cuenta que viajo desde la Ciudad de Obregón, en el estado de Sonora, hasta la ciudad de Monterrey para luego ir a Montemorelos. En Monterrey tenía que entregar un encargo en el Hospital Universitario. Después de entregar lo encomendado, se dio cuenta que había extraviado su cartera con todos sus documentos y con 1,250 pesos mexicanos. En medio de su gran aflicción, del frío y la lluvia, hizo lo que este texto señala: Oró.
El Señor le respondió proporcionándole calma. « Sentí –dice-- que Dios me dijo: “No te angusties, yo tengo el control” ». No encontró la cartera, pero el siguiente domingo, en la Plaza 5 de Mayo, en la Universidad de Montemorelos, le pidió a Dios directa y concretamente que le ayudara a recuperar el dinero porque lo necesitaba urgentemente. Un día después, un pastor jubilado le obsequió cien pesos mexicanos y ochenta revistas Enfoque de Nuestro Tiempo y Expresión Joven para que las vendiera. En siete horas había recuperado 1,160 pesos y « entonces –dice-- comencé a alegrarme y a alabar a Dios ».
El apóstol Santiago nos ofrece esta receta para ese tipo de situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia. Por un lado, nos advierte del camino de las quejas, de los juicios apresurados de unos contra otros, de los juramentos en falso. Por otro lado, nos aconseja: « Hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto y con qué paciencia aguarda las temporadas de lluvia. Así también ustedes, manténganse firmes y aguarden con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca. No se quejen unos de otros, hermanos, para no sean juzgados. ¡El juez ya está a la puerta! » (Santiago 5:7-9).
«Solo Dios puede limitar el poder de Satanás »
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