viernes, 19 de noviembre de 2010

Abogado para toda la familia

Y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios (Hebreos 10:21)

« ¿Qué tienes? » « ¿Cuánto tienes? », son preguntas que se oyen a menudo en nuestro mundo. « Tengo dinero en el banco, tengo un título profesional, tengo una novia atractiva, tengo un novio muy bien parecido », etcétera. « Dime lo que tienes y te diré quién eres ».

Aunque no se atrevan a decirlo así, crudamente, muchos lo creen. Vivimos en un mundo en el que se valora a la persona por lo que tiene y no por lo que es. El valor de alguien está simplemente en su salario, sus bienes, su belleza, su fama o sus conocimientos.

El autor de la Carta a los Hebreos expresa, con una gran seguridad, cuál es la posesión más valiosa que tenemos: « Un gran sacerdote al frene de la familia de Dios ». ¿Qué significa esta posesión? Significa que Cristo cumple un ministerio intercesor en el Santuario celestial. Él vino a la tierra y murió por nosotros. Su muerte significa el pago completo de nuestras culpas. Pero ahí no termina la función salvadora de Jesús. Él ha resucitado, y ahora « está a la derecha de Dios e intercede por nosotros » (Romanos 8:34). No es una representante asalariado, sino uno que está totalmente comprometido con nuestra absolución ante el trono de justicia de Dios.

« Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado » (Hebreos 4:15). No podemos tener nada mejor. El Señor nos ofrece el mundo contemporáneo, es la certeza de tener al único Abogado defensor capacitado para ejercer en la Corte celestial.

En medio del conflicto entre el bien y el mal, nuestros actos nos ponen de un lado o del otro de la contienda. « ¿Puede alguien castigarlos? ¡De ninguna manera, pues Jesucristo murió por ellos! Es más, Jesucristo resucitó, y ahora está a la derecha de Dios, rogando por nosotros » (Romanos 8:34 TLA). Hoy es el día para confiar tu vida a Cristo.

« Nada es aparentemente más importante, y sin embargo más realmente invencible, que el alma que siente que no es nada y confía totalmente en los méritos del Salvador »

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