jueves, 16 de junio de 2011

Reflexión


No botes el cajón…

Un anciano chino permanecía sentado en el pórtico de su casa, demasiado viejo para trabajar en la huerta, mientras su hijo y el resto de la familia araban el campo para la siembra.

El hijo mira al anciano y piensa para sus adentros: Ya está muy viejo… ¡Todo lo que hace es comer y producirnos gastos y molestias! ¿Qué nos puede aportar? Lo mejor es salir ya de ese viejo estorboso.

Así pues, el hijo construye un cajón; lo arrastra hasta el pórtico y ordena bruscamente a su padre: ¡Padre, métete ahí dentro!

Cuando el anciano, con paso vacilante, logra meterse dentro de la caja, el hijo le coloca la tapa y la clava fuertemente; la monta sobre una carreta tira por dos bueyes y se encamina montaña arriba hasta un elevado peñasco. Al llegar a la cumbre, el hijo oye unos golpes que lo llaman desde el interior de la caja y pregunta: ¿Qué quieres, papá?

La voz del padre responde desde el interior: Hijo, ya comprendo lo que estás haciendo conmigo; me vas a matar porque ya no te sirvo de nada… pero déjame darte como padre un último consejo:

-Te sugiero que me tires a mí por el despeñadero; pero conserva el cajón, porque muy probablemente tus hijos llegarán a necesitarlo dentro de unos años…



Puedes tener muchas excusas para hacerlos a un lado, pero hay que prestarles atención, ayuda, cariño, en los años de vejez y durante sus enfermedades. No podemos hacerlos a un lado, después de haber trabajado y de cuidarnos, sus años de vejez deben ser dignos y sobretodo rodeados de amor.

Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. (Éxodo 20: 12)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno.

Joe dijo...

la verdad que si, por eso hay que amar a nuestros padres... porque nuestros hijos harán exactamente todo lo que ven que nosotros hacemos con nuestros padres...

:D