viernes, 29 de abril de 2011

Miles de ingleses saludan a los esposos Guillermo y Catalina


Londres - El príncipe Guillermo y Catalina, los nuevos duques de Cambridge, regalaron a la población el momento más esperado al darse hoy dos tiernos besos en el balcón del palacio de Buckingham ante miles de personas congregadas en el lugar.

La pareja repitió la escena de los padres de Guillermo -el príncipe Carlos y Diana de Gales en julio de 1981- al darse un beso ante miles de personas que gritaban “Guillermo y Catalina”.
Después de los recién casados, salieron al balcón la reina Isabel II y el duque de Edimburgo; los padres de Catalina, Michael y Carol; el príncipe Carlos y Camilla, duquesa de Cornualles.

El balcón fue adornado por una cortina de color carmesí y contaba con ribetes amarillos, color que sintoniza con los tonos dorados de algunas de las rejas de la residencia oficial de Isabel II.

Tras la aparición en el balcón, el vuelo rasante de varios aviones de la Real Fuerza Aérea británica  (RAF) irrumpió en el cielo sobre el palacio, dando punto final a la ceremonia del enlace.

Los aviones utilizados en este vuelo fueron un Lancaster, un Hurricane, un Spitfire, dos Tornado GR4 y dos Typhoons. 


La ceremonia
 
Guillermo y Middleton, una plebeya ahora princesa, se conviertieron en marido y mujer, en una ceremonia en la medieval abadía de Westminster, que llenó de fiebre y entusiasmo las calles de Londres y cautivó la imaginación del mundo.
“Te ves linda, bella”, dijo Guillermo al ver llegar a su novia, enfundada en un elegante vestido blanco marfil, con larga cola, velo y tiara.
Unos 2 mil millones de personas en 180 países siguieron la ceremonia por televisón, Youtube y redes sociales, al tiempo que cientos de miles de personas de todo el mundo convergieron en las calles de Londres, para el acontecimiento más mediático en Gran Bretaña desde la boda de Diana y Carlos, los padres de Guillermo.
A la salida del templo, los recién casados fueron recibidos por una lluvia de confetis y se levantó de la muchedumbre una estruendosa tormenta de ovaciones.
La pareja se montó en una carroza real descapotada, saludando y regalando sonrisas en todo el recorrido del cortejo nupcial, desde la histórica Abadía hasta el Palacio de Buckingham, sede de la corona británica.
Cientos de miles de personas, que habían acampado durante largas horas e incluso días, a la espera de la boda del segundo en la línea de sucesión a la Corona y Middleton, una estudiante cuyos antecesores fueron mineros, ovacionaron y aplaudieron a la pareja, agitando banderas británicas.
La pareja hizo el recorrido en una carroza fabricada en 1902, una joya de la flota de la Corona británica, que les cedió la Reina, y que fue la misma en la que se desplazaron Diana y Carlos, hace 30 años.
La ceremonia, llena de música, pompa y color, se desarrolló ante unos 1 mil 900 invitados, entre ellos miembros de las monarquías europeas, celebridades, líderes políticos y amigos de la pareja, que invadieron desde temprano la Abadía, decorada con altos árboles y flores silvestres.
La reina Isabel II vistió de traje y sombrero amarillos primaverales, y el cielo cumplió, porque la lluvia que se temía iba a empañar la boda y los festejos no cayó sobre Londres, ni antes ni después de la ceremonia.
El bello vestido de la princesa, que no usó moño, sino que llevaba la cabellera suelta, fue diseñado por la sucesora de Alexander McQueen, Sarah Burton, directora artística de esa casa tras el suicidio del creador, el año pasado.
“Sí, quiero” , dijo Guillermo con voz firme, tras lo cual Middleton con una voz un tanto temblorosa pronunció el “Sí” , prometiendo al Príncipe “amarle, confortarle, honrarle y cuidarle en la salud y en la enfermedad”.
Pero, como mujer moderna que es, Middleton no se comprometió en sus votos matrimoniales a “obedecer”  a Guillermo, que fue su compañero de estudios en la Universidad Saint Andrews, en Escocia.
Tras darse el “sí” , Guillermo le deslizó en el dedo anular izquierdo de Kate una alianza matrimonial confeccionada por joyeros galeses que usaron una pepita que la reina Isabel le entregó al príncipe tras el compromiso, en noviembre.
El príncipe Enrique, hermano menor de Guillermo y su padrino de boda, encargado de llevar la alianza a la Abadía, se la pasó al novio, que decidió, de común acuerdo con su prometida, no usar alianza.
La ahora princesa siguió así los pasos de la madre de Guillermo, la bella princesa Diana de Gales, que no juró obediencia al príncipe Carlos, con quien tuvo un matrimonio salpicado de escándalos, y que murió en un accidente en un túnel de París en 1997, cuando Guillermo tenía 15 años.
Tras los votos nupciales, Guillermo y Kate fueron declarados “marido y mujer”  por el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams.
Tras su boda, Guillermo usará el título de duque de Cambridge y Kate Middleton se convirtió en duquesa de Cambridge.


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