miércoles, 8 de diciembre de 2010

La violencia intrafamiliar incrementa criminalidad


La violencia intrafamiliar es un caldo de cultivo para el desarrollo de una sociedad violenta, tal como ocurre en el país; sin embargo, se puede prevenir a partir del hogar.

Según Carlos Amador, presidente del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), si ese fenómeno social se aprende desde temprana edad, como forma de vida habitual, escondida y tolerada, sus efectos perversos “se replicarán en el comportamiento futuro de quienes la han padecido en carne propia”.

Pedro Cruz, de Jóvenes por Guatemala, respalda esta visión y asevera que es en la casa donde se aprenden los valores básicos de la vida. En muchos casos, los menores observan a diario abusos, gritos y faltas de respeto, lo cual provoca que consideren la violencia con normalidad, y cuando salen a la calle cometan actos violentos para resolver los problemas. 

Justo Solórzano, experto en protección de la niñez del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), asegura que esa aberración es una de las causas de la ola criminal que afronta el país, a lo cual se debe agregar la escasa o lenta respuesta a las denuncias de las víctimas.

Entre los principales generadores de esa violencia, según Juan Carlos Zapata, gerente de la Fundación para el Desarrollo (Fundesa), están el alcoholismo y la drogadicción, debido a que las personas bajo sus efectos son más propensas a ser intolerantes.


Sí se puede

Organizaciones nacionales y embajadas acreditadas en el país están seguras de que ese flagelo se puede reducir, por lo que unieron esfuerzos para llevar a cabo la campaña Rompe el Ciclo.

En ese proyecto participan la Fundación Sobrevivientes, la Conferencia Episcopal de Guatemala, Cacif, Fundesa, la municipalidad capitalina, la Vicepresidencia de la República, SVET, Unicef, ONU y las embajadas de Gran Bretaña, Francia, México y Ecuador.

Norma Cruz, de la Fundación Sobrevivientes, considera que el sistema educativo representa un papel importante en el desarrollo social de la niñez, por lo que es necesario contar con un pensum que enseñe qué es la igualdad, equidad y dignificación, y que promueva una cultura de respeto. 

Según Cruz, la Iglesia, como orientadora espiritual de la vida de las personas, debe introducir elementos que enriquezcan los valores.
Julie Chappell, embajadora del Reino Unido, opina que para lograr lo anterior también se debe fortalecer el sistema de justicia, para que se puedan presentar denuncias con confianza.

Agrega que un punto clave es el ejemplo que los niños observan de sus padres y su entorno, lo que evita que crezcan pensando que la violencia es normal y que es la mejor manera de solucionar los conflictos.

Amador afirma que el punto de partida es instaurar el respeto en el seno del hogar, que se traduce en una relación cordial entre esposos, de estos hacia los hijos, de los hijos hacia los padres y, por extensión, entre hermanos. 

Algunos expertos exponen que el machismo es otro de los generadores de violencia, pero esa causa, según Eduardo Ibarrola, embajador de México, se puede suprimir mediante la educación y la promoción de valores a favor de la mujer, la familia y los derechos humanos, sin importar edad o sexo.

El representante de Fundesa dice que una fórmula para reducir este fenómeno social es dar a las mujeres mayor participación económica y acceso a educación, salud y empoderamiento político.

Mariela Marroquín, secretaria Ejecutiva contra la Violencia Sexual, asevera que es importante que las mujeres y niños, que forman el grupo más vulnerable, sepan que pueden ser víctimas de delitos y que para los victimarios existe una sanción.

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