martes, 19 de julio de 2011

Reflexión


Memorandos de tu hijo…


No me consientas. Enséñame a compartir.

No temas ser firme conmigo. Lo prefiero… me hace sentir seguro.

De ser posible, no me corrijas frente a la gente. Haré más caso si hablas conmigo en privado.

No olvides cuál es la diferencia entre errores y pecados.

No me protejas de las consecuencias. Necesito aprender de la forma más difícil.

No le prestes mucha atención a  mis pequeñas enfermedades. Por medio de ellas a veces consigo la atención que deseo.

No me regañes. Instrúyeme y guíame.

No hagas promesas precipitadas. Recuerda que me siento muy defraudado cuando las promesas no se cumplen.

No olvides que no puedo expresarme tan bien como deseo. Es por esta razón que a veces no soy preciso.

No seas incongruente. Eso me confunde por completo y me hace perder la fe en ti.


La manera más segura de hacer la cosa difícil para los hijos es haciendo que sea más fácil para ellos.

Los castigos siempre son dolorosos de momento, pero al final uno ve en el que ha sido disciplinado un apacible crecimiento en gracia y carácter. (Hebreos 12:11)


No hay comentarios: